miércoles, 16 de junio de 2010


Cuando miro fijamente el sol, ocurren dos cosas;
le necesidad de escapar del reflejo,
y el placer de permanecer encandilado durante un largo tiempo
sin ver más que luz...que abruma...y que calma
Y como anexo de esa fusión de sensaciones, me he dado cuenta, que jamás me ayuda a estornudar.

(tengo la conjetura, que eso algo me está queriendo decir)


p.d.: Si en este preciso momento alguien me pinchara un dedo;
no me dolería. Me encuentro saludable

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